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El demiplano

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El árbol del mundo

La tierra
prometida

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Cathasaigh, la tierra verde, la primera civilización. En ella viven los elfos, los  primeros habitantes, rodeando y custodiando el Árbol del Mundo; sus raíces se extienden bajo la tierra, la roca y la arena, se cree que incluso alcanzan las zonas más lejanas del mar de Nanshe-Maille pero nadie más que ellos tiene permitido acercarse fuera de las zonas seguras para los viajes. Ni siquiera elfos venido de otros planos, nadie que no pertenezca a la sangre de Cathasaigh.

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Como únicos merecedores de vivir en la tierra verde no permiten residentes de otras zonas, los permisos tienen un tiempo estipulado, generalmente escaso, para moverse dentro de sus gruesas murallas vivas. Repelen cruelmente a cualquiera que no las siga, incluso a sus propios compatriotas si consideran que han roto alguna de sus normas sagradas. Hacen el mismo uso de Edén que los moradores del desierto a quienes siempre han tratado con condescendencia, a pesar de reconocerles cierto mérito por construir una ciudad en mitad de la arena. El trato con los demás líderes está limitado a lo necesario para mantener su propia tranquilidad, formal y aséptico hasta rozar lo despectivo en algunas ocasiones.

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Sus creencias se basan en las leyes de la naturaleza, no hay dioses que adorar ni nada que merezca reverencia más allá del Árbol y la Natura, los verdaderos artífices de la vida. Consideran pobre cualquier otra visión que se separe de este dogma, por supuesto no se admiten templos, iglesias ni reconocimientos a los demás dioses del demiplano. Si bien no se castigan las diferencias de opinión (despreciables en cuanto al porcentaje total de la población de Cathasaigh) son mal vistas, apartadas y puestas en cuarentena.

Cuando los primeros perdidos llegaron, por error, a este demiplano descartaron automáticamente la que más tarde se llamó Tierra Prometida. Un terreno aún menos amable para la vida que el desierto... Pero cuando Edén descendió de los cielos todo cambió. El paraíso mismo fue convertido en una gran ciudad amurallada en distintos anillos, una gigantesca prisión, organizada según los pecados y crímenes cometidos; los más leves se sitúan en el exterior y los más graves en el interior, pero no se limita a pecados solo, son toda clase de actos que La Santa considere. Ella es la mano juez y la que impone orden y castigo por igual. Lo tabú no se considera extraño y mucho menos los placeres, se permite el pecado siempre que se esté dispuesto a la consecuencia...

 

Es una ciudad llena de criminales, militar y con la mayor seguridad existente.

Allí es donde se envía a toda la escoria del mundo para ser reeducada o ejecutada. Desde ángeles a demonios, humanos, elfos, enanos, lagartos, todos son bienvenidos al Edén siempre y cuando cumplan las reglas.

La ciudad está extremadamente protegida, no hay cabida a delitos sin un inmediato orden, las medidas serán tomadas acorde a estos.

Todo, absolutamente todo pasa primero por la mano de la diosa, Azariel.

Los distritos son perfectamente habitables, la gente residente goza de toda clase de lujos y una buena vida, pues a pesar de tratar con la peor calaña, la ciudad está constamente vigilada.

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En el centro existe un enorme palacio, una edificación gigantesca, el tribunal, allí es donde reside la diosa y donde se juzga también.

 

Los otros líderes del mundo tienen la entrada abierta siempre y cuando cumplan los requisitos y los nuevos integrantes tendrán que rellenar formularios y firmar unos contratos.

 

La religión, es puramente cristiana pero muy cambiada, adaptada a las creencias de La santa, la diosa, la ejecutora de Dios, misma que se la conoce por ser una justiciera y tirana también, la mano dura del mundo.

Por supuesto existen iglesias que la veneran a ella y a su difunto padre, las demás religiones están permitidas siempre y cuando se respeten mutuamente.

Edén es un lugar libre, por su puesto hay trigo limpio pero también tiene su lado oscuro, nada se libra de eso, pero... Todo controlado.

Guarda bien el mapa...

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Los eclipses

Cuando el sol se oculta tras un disco negro sabes que ha llegado el momento. La llegada, el rapto... Tiene muchos nombres pero todos describen lo mismo: las puertas de la realidad se parten para la llegada de nuevos habitantes...

El demiplano atrapa gente. Una vez se superpone al tuyo pueden ocurrir dos cosas... La primera es ¡nada! Buena (o mala) suerte. La segunda es que te veas arrojado al desierto junto a otros que estarán tan confundidos como tú... Pero no temas. Es cuestión de tiempo que alguien venga a buscarte.

Solo tienes que aguantar el tiempo suficiente...

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Creado por #Lillium & #Itra

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